En esta actualización estratégica, analizaremos el papel decisivo que ha desempeñado el dron iraní Shahed 136 en la guerra actual y revisaremos los últimos desarrollos ucranianos, así como los esfuerzos de colaboración con países aliados, para contrarrestar esta amenaza. La lucha contra el Shahed se ha convertido en una carrera para Ucrania, combinando innovación, desarrollo tecnológico y un análisis económico crucial para lograr su completa erradicación.

El dron Shahed 136 hizo su aparición en la guerra en Ucrania en septiembre de 2022. Es un dron desarrollado y fabricado por las empresas iraníes HESA y Shahed, introducido a finales de 2021. Este dron de ala fija mide 3,5 metros de largo con una envergadura de 2,5 metros, transporta una carga útil de 40 kilogramos de explosivos, incluidas variantes termobáricas, y tiene un alcance superior a los 2000 kilómetros. Las versiones iniciales dependen de un sistema de navegación basado en GPS. Sus debilidades incluyen una velocidad de vuelo relativamente baja, de hasta 160 kilómetros por hora, y el fuerte ruido producido por su motor de pistón. Sin embargo, la característica más crítica del Shahed 136 es su extraordinario bajo costo, aproximadamente 40.000 dólares, lo que permite su despliegue en grandes cantidades y plantea dilemas significativos para las fuerzas ucranianas sobre qué armas y contramedidas utilizar. Usar un costoso misil antiaéreo para derribar un dron de bajo costo no es una solución viable a largo plazo, ni siquiera con los MANPADS más baratos empleados por Ucrania, cuyo costo duplica al del Shahed, y mucho menos con sistemas como el Patriot, cuyos misiles interceptores cuestan millones de dólares.

El papel más significativo del Shahed en la guerra actual se basa en dos aspectos. En primer lugar, su capacidad para desplegarse en grandes cantidades como enjambre ha mejorado considerablemente la efectividad de otras armas rusas más avanzadas, como los misiles de crucero y balísticos, utilizados en ataques masivos y coordinados con trayectorias de vuelo alternas para dispersar y agotar los esfuerzos de defensa aérea ucranianos. En segundo lugar, según múltiples analistas, el Shahed 136 ha desempeñado un papel decisivo en varias campañas rusas dirigidas a la infraestructura energética ucraniana, explotando la incapacidad de Ucrania para cubrir un gran número de pequeños objetivos dispersos, como subestaciones eléctricas y pequeñas plantas generadoras. Se estima que aproximadamente el 50 % de los daños totales a la infraestructura energética de Ucrania es directamente atribuible al Shahed 136.

Desde su aparición, Ucrania ha desarrollado un arsenal completo de armas y contramedidas para destruir el Shahed 136. Estas incluyen baterías de misiles antiaéreos y MANPADS, vehículos blindados antiaéreos como el Gepard, ataques aéreos desde cazas MiG-29, helicópteros y, más recientemente, aviones F-16, así como unidades antiaéreas móviles equipadas con camionetas y ametralladoras pesadas Browning. Estas unidades móviles coordinan sus ataques a través de una red de alerta desarrollada con sensores y micrófonos que detectan la firma sonora del dron, permitiendo localizar y rastrear las amenazas. Sin embargo, cada una de estas medidas tiene algunas desventajas, lo que hace que la lucha contra el Shahed sea ineficaz.
Los misiles antiaéreos y los MANPADS generalmente tienen un costo superior o significativamente superior, lo que limita su disponibilidad para proteger objetivos de muy alto valor. Del mismo modo, el uso de cazas y helicópteros suele priorizarse para interceptar misiles de crucero. Además, los informes indican que la muy baja altitud de vuelo del Shahed dificulta su seguimiento por los radares de los cazas ucranianos. En cuanto a las redes antiaéreas móviles, aunque la rentabilidad es altamente favorable en este caso, la efectividad de estas medidas es inconsistente. Los atacantes rusos también han implementado variantes para complicar las respuestas ucranianas, como unidades pintadas de negro para ataques nocturnos.

Aunque actualmente Ucrania ha logrado en su mayoría "rechazar" los ataques de drones Shahed con sistemas de guerra electrónica, los rusos están constantemente intentando contrarrestar estos esfuerzos. Esto ha llevado a los equipos de desarrollo ucranianos a presentar recientemente nuevos sistemas de armas de impacto directo para derribar a los Shahed de manera más confiable.
El primero es un dron interceptor eléctrico FPV llamado “Sting,” desarrollado por la reconocida entidad ucraniana Wild Hornets. El Sting puede volar a velocidades superiores a 160 kilómetros por hora y a altitudes de hasta 3000 metros. Es un híbrido entre un dron FPV y un misil eléctrico, con control inicial similar al de los drones FPV estándar, operado a través de gafas de visión en primera persona. Sin embargo, las variantes que incorporan tecnología de inteligencia artificial para el apuntado automático están cerca de completarse, permitiendo un despliegue escalable. La clave de este desarrollo es su ultra bajo costo, estimado en diez veces menos que el Shahed-136. Artículos recientes han mostrado fotografías detalladas del sistema, revelando un módulo de cámara y sensores en la parte superior, reflejando su orientación de vuelo. Estas apariciones en medios y redes sociales, describiendo detalles y mostrando vuelos de prueba, sugieren que su despliegue es inminente.

El segundo desarrollo es un pequeño dron interceptor de ala fija y alta velocidad llamado Hitchhiker. Desarrollado en colaboración con las empresas estadounidenses IronNet y Asterion, puede alcanzar una velocidad muy alta de 450 kilómetros por hora, en comparación con los 160 kilómetros por hora del Shahed. Su alcance operativo es de 200 kilómetros, y una de sus características principales es su operación semiautomática, integrada en una red de radares de vigilancia con capacidades de rastreo de amenazas, que guía al Hitchhiker a la proximidad del dron, donde un sistema de apuntado completa la operación. El Hitchhiker ya ha sido probado con éxito en combate real, y debido a su excelente rendimiento, bajo costo y alta escalabilidad, se considera el próximo “factor decisivo” en la carrera armamentista de drones.

En resumen, aunque el Shahed 136 inicialmente se convirtió en un factor crítico en la estrategia de ataques aéreos de Rusia y ha sido un elemento decisivo en los ataques contra la infraestructura energética de Ucrania, las diversas armas y contramedidas desplegadas por los defensores ucranianos han reducido gradualmente su importancia a medida que la guerra ha avanzado. No obstante, Ucrania, a través de su industria nacional y colaboraciones con aliados, sigue desarrollando múltiples iniciativas innovadoras para eliminar por completo la amenaza del Shahed. La superioridad tecnológica occidental, la dependencia de una multitud de proyectos complementarios y el limitado potencial de desarrollo tecnológico de Rusia y sus aliados debido a las sanciones internacionales sólo aceleran la tendencia positiva para Ucrania en el crucial ámbito de la guerra de drones.

Comentarios