Hoy, analizaremos cómo la Dirección Principal de Inteligencia Militar de Ucrania sigue ejecutando operaciones de sabotaje de alto impacto en lo profundo del territorio ruso, explotando la excesiva dependencia de Rusia en la logística ferroviaria. Estos ataques apuntan a infraestructura crítica y activos militares, socavando el esfuerzo bélico ruso al interrumpir la logística clave y provocar golpes psicológicos, a la vez que envían un claro mensaje: incluso las áreas lejos del frente son vulnerables y están al alcance de las operaciones ucranianas.

Hasta la fecha, la logística rusa depende en gran medida del transporte de bienes militares por tren, una dependencia que ya ha demostrado ser una vulnerabilidad explotada por los ucranianos en el pasado. El 14 de diciembre, los ucranianos demostraron esta debilidad una vez más al destruir una línea ferroviaria crítica cerca del río Sviyaga, en Ulyanovsk.

La ubicación de la operación de sabotaje fue cuidadosamente elegida, siendo el puente ferroviario un punto de conexión clave con un depósito de locomotoras cercano y la planta mecánica de Ulyanovsk, que produce sistemas de misiles tierra-aire. Esto significó que el ataque interrumpió una línea de suministro crucial, dificultando la producción y reparación de sistemas de defensa aérea, así como su transporte al frente en Ucrania. El servicio de inteligencia militar de Ucrania, el GUR, se atribuyó la responsabilidad de la operación, demostrando su capacidad para atacar infraestructura crítica rusa a casi 1.000 kilómetros detrás de las líneas enemigas.

Ese mismo día, las fuerzas ucranianas llevaron a cabo una operación multifase que destruyó un tren ruso que transportaba 40 vagones de combustible hacia el frente. La primera fase consistió en que zapadores ucranianos colocaron explosivos en la vía férrea, los cuales detonaron para detener el tren y atraparlo en las vías. Este sabotaje calculado aseguró que la composición no pudiera moverse ni ser evacuada.

Posteriormente, operadores ucranianos desplegaron drones avanzados Switchblade-600 para atacar la locomotora y el último vagón, impidiendo que los vagones intermedios fueran evacuados en cualquier dirección. Los ataques de precisión de los drones causaron un incendio inicial y aseguraron que el tren permaneciera inmóvil, preparando el terreno para la fase decisiva de la operación. Esto permitió que la artillería de cohetes HIMARS de Ucrania fijara coordenadas precisas y atacara el tren varado con una puntería devastadora, destruyendo los vagones y su valiosa carga. Las explosiones provocaron un incendio masivo que envolvió todo el tren, dejando la línea ferroviaria gravemente dañada e inutilizable. Esta misión tuvo lugar en la región de Zaporiyia, donde los rusos solo cuentan con una línea ferroviaria que conecta sus teatros de operaciones en el sur y este de Ucrania. Esto significa que al dañar la única línea ferroviaria en el sur de Ucrania, los ucranianos detuvieron efectivamente todo el transporte de logística rusa, obligando a los rusos a rodear y utilizar el puente del estrecho de Kerch para abastecer a sus fuerzas en la región de Jersón.

Los operativos ucranianos también atacaron activos militares clave en la región de Krasnodar durante dos días consecutivos. El 13 de diciembre, un saboteador ucraniano inició un incendio que inutilizó tres locomotoras en la ciudad de Krasnodar, paralizando la logística ferroviaria utilizada para transportar suministros militares. Al día siguiente, el 14 de diciembre, un avión de combate Su-27 ruso fue destruido en un aeródromo en Krymsk, después de que fuerzas especiales ucranianas ingresaran a la base militar rusa y destruyeran el costoso caza. Una vez más, el servicio de inteligencia militar ucraniano atribuyó ambas operaciones al sabotaje, reforzando su capacidad para atacar activos militares críticos con precisión y demostrar a los rusos que Ucrania puede operar continuamente en la retaguardia con gran eficacia.


Estos ataques ucranianos demuestran una clara intención táctica y estratégica detrás de las operaciones de sabotaje, que buscan alcanzar tres objetivos principales. Primero, el daño operacional directo, ya que cada ataque ha eliminado recursos rusos críticos, debilitando la capacidad de Rusia para sostener sus operaciones militares. En segundo lugar, esto causa una desaceleración importante en el esfuerzo bélico. Al interrumpir repetidamente la logística ferroviaria rusa, los ucranianos crean cuellos de botella que ralentizan el flujo de suministros, municiones y refuerzos hacia el frente. Por último, pero no menos importante, está el impacto psicológico que causan estas operaciones especiales ucranianas. Estas generan miedo e incertidumbre entre las fuerzas armadas y la población civil rusa, mostrando el alcance extenso de Ucrania y socavando la percepción de seguridad incluso en regiones anteriormente consideradas seguras.

En general, al combinar precisión, coordinación y adaptabilidad, la Dirección Principal de Inteligencia Militar de Ucrania asegura que sus esfuerzos de sabotaje no sean meramente simbólicos, sino que generen ganancias estratégicas y psicológicas tangibles. Los ucranianos han explotado eficazmente la dependencia excesiva de Rusia en la logística ferroviaria y las vulnerabilidades que esta presenta, esta vez a través de operaciones de sabotaje bien coordinadas detrás de las líneas enemigas. Esto no solo debilita las capacidades militares de Rusia, sino que también reduce la presión sobre los soldados ucranianos que luchan en el frente con cada operación exitosa. Sin embargo, también envía un mensaje poderoso: ningún rincón del territorio ruso está fuera del alcance operativo de Ucrania.

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