Hoy discutiremos cómo los ucranianos lograron reducir el uso ruso de bombas guiadas aéreas en las últimas semanas, aliviando significativamente la presión tanto sobre las tropas ucranianas en el frente como sobre los civiles.
Las bombas deslizantes rusas han representado un desafío considerable para las fuerzas ucranianas, ya que no solo son económicas, sino también efectivas para destruir posiciones atrincheradas y romper líneas defensivas. Su letalidad aumentó exponencialmente cuando Rusia comenzó a equiparlas con kits de guía, transformando su gran stock de bombas aéreas no guiadas de la era soviética en municiones de precisión semi-modernas. Esto permitió a los rusos desplegar grandes cantidades con mayor precisión y desde distancias más largas, incrementando la amenaza para las tropas e infraestructura ucranianas. Su pequeño tamaño dificulta su detección en el radar, y la falta de propulsión no deja una firma de calor que los sistemas portátiles de defensa aérea puedan rastrear. Además, al ser lanzadas desde distancias relativamente seguras detrás de las líneas del frente, su intercepción se complica.
Sin embargo, las tendencias recientes indican una notable disminución en la frecuencia de estos ataques. Datos del Estado Mayor General de Ucrania reportan que las fuerzas rusas lanzaron un total de 431 bombas deslizantes en los primeros 12 días de diciembre de 2024, lo que representa una disminución de casi tres veces y media en comparación con las 1,472 bombas lanzadas en los primeros 12 días del mes anterior. Entender las razones detrás de este cambio requiere examinar las estrategias defensivas de Ucrania y los diversos factores que limitan la capacidad de Rusia para sostener tales ataques.
En un escenario ideal, la forma más efectiva de contrarrestar estas bombas sería atacar los aviones equipados para lanzarlas, ya sea en el aire, lo cual es complicado, ya que los rusos las lanzan desde hasta 50 kilómetros detrás del frente, o en tierra. Hay varios factores detrás de la disminución en los ataques rusos, que los ucranianos han explotado para mitigar esta creciente amenaza.
En primer lugar, las fuerzas rusas parecen estar agotando sus reservas preexistentes de bombas aéreas aptas para la conversión en bombas deslizantes. Según fuentes ucranianas, Rusia ha intensificado tanto su uso de estas armas que ahora depende de municiones recién producidas, fabricadas solo días antes de su despliegue. Esta dependencia de la producción continua sugiere una presión sobre la capacidad de Rusia para mantener un suministro constante de estas bombas, especialmente a la luz de los ataques ucranianos que han interrumpido las cadenas de producción y logística.
En segundo lugar, el enfoque de Ucrania en atacar depósitos rusos y centros logísticos ha dificultado significativamente la cadena de suministro rusa de bombas deslizantes y kits de guía. Los ataques a almacenes de municiones han obligado a las fuerzas rusas a reorganizar y dispersar su logística, complicando la entrega oportuna de estos componentes críticos a la aviación en el frente. Esto ha contribuido directamente a la reducción de la frecuencia de los ataques rusos con bombas deslizantes.
En tercer lugar, uno de los factores más impactantes ha sido el uso de ATACMS por parte de Ucrania para atacar territorio ruso. Tras el levantamiento de las restricciones de alcance el 17 de noviembre de 2024, las fuerzas ucranianas comenzaron a atacar aeródromos y centros logísticos rusos en lo profundo del territorio enemigo. Este desarrollo coincide con una fuerte disminución en el número de ataques rusos con bombas deslizantes. Al obligar a las aeronaves rusas a operar desde aeródromos más alejados de las líneas del frente, estos ataques han incrementado los desafíos operativos para las misiones de apoyo aéreo cercano rusas, reduciendo su capacidad para desplegar bombas deslizantes de manera efectiva.
Por último, debido a la temporada invernal, las condiciones climáticas adversas también han disminuido la frecuencia de estos ataques, ya que dificultan la efectividad de los drones de vigilancia rusos, cruciales para proporcionar datos de objetivo en tiempo real. Sin un reconocimiento preciso, la precisión de las bombas deslizantes disminuye, lo que hace que su despliegue sea menos efectivo. Además, las exitosas campañas ucranianas contra drones de reconocimiento rusos han limitado aún más su impacto, con un número creciente de drones interceptados y derribados por drones FPV ucranianos.
En general, la disminución en los ataques rusos con bombas deslizantes refleja los desafíos operativos que enfrentan los rusos y la efectividad de las contramedidas y campañas de ataques profundos de Ucrania. Los suministros agotados y las cadenas logísticas interrumpidas han reducido la capacidad de Rusia para realizar ataques aéreos, mientras que los ataques ucranianos a las cadenas de suministro y aeródromos han cambiado la dinámica. No obstante, la amenaza persiste, ya que Rusia continúa produciendo y desplegando estas municiones. Para Ucrania, mantener la presión sigue siendo vital, ya que soluciones a largo plazo, como cazas avanzados occidentales y herramientas de guerra electrónica, podrían neutralizar aún más esta amenaza.
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