Hoy discutiremos cómo la campaña militar rusa en Ucrania, particularmente en el contexto de sus recientes ofensivas cerca de Pokrovsk y Kurakhove, ilustra los elevados costos humanos y materiales de la estrategia rusa. En los últimos meses, Rusia ha intensificado sus operaciones, lo que ha resultado en pérdidas récord de personal y equipo, con un asombroso promedio de más de 1.200 soldados rusos muertos por día.

Las fuerzas rusas han adoptado una estrategia descrita por analistas militares como "asaltos acumulativos", caracterizada por oleadas continuas de pequeños grupos de infantería con un apoyo limitado de artillería, aviación y, ocasionalmente, vehículos blindados. Estos grupos buscan desgastar gradualmente las defensas ucranianas en lugar de lograr avances rápidos. Sin embargo, este método ha generado una tasa de desgaste extraordinaria.
Datos del Ministerio de Defensa del Reino Unido indican que, en septiembre y octubre de 2024, las fuerzas rusas sufrieron más de 80.000 bajas, siendo octubre el mes más mortífero para Rusia, con un promedio de 1.345 pérdidas diarias. Esta cifra supera los índices de bajas anteriores y subraya la naturaleza agotadora de la guerra. Desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022, según funcionarios del Ejército de los Estados Unidos, las bajas rusas han superado las 600.000, un fuerte incremento respecto a las 315.000 reportadas en diciembre de 2023. Estos números reflejan una significativa disminución en la capacidad de combate de Rusia, corroborada por las estimaciones de los socios occidentales y las Fuerzas Armadas de Ucrania.

Un ejemplo claro es el Grupo Central de Fuerzas Rusas, responsable del área alrededor de Pokrovsk, que cuenta con una reserva crítica de aproximadamente 15.000 soldados. Con la idea inicial de mantener un ritmo ofensivo elevado en esa dirección desmoronada y una parte considerable de esta reserva ya utilizada, persiste la tendencia rusa de emplear reservas operativas como un conjunto de mano de obra disponible para reforzar unidades debilitadas, en lugar de utilizarlas como una fuerza de penetración cohesiva de primera línea. Como resultado, en lugar de desplegarse como una unidad unificada capaz de lograr objetivos operativos importantes, como la toma de Pokrovsk, estas reservas se han usado para reforzar unidades en dificultades en diferentes puntos del frente. Este enfoque ha impedido avances decisivos en esta dirección y limitado la eficacia de las ofensivas rusas. También ha llevado a que un comandante se quejara en un video sobre el significativo número de muertes en su unidad.
Con Pokrovsk y Kurakhove siendo dos de los puntos más calientes del campo de batalla en este momento, las pérdidas materiales sufridas por Rusia en los últimos dos meses han sido asombrosas, con cifras impactantes de aproximadamente 200 tanques, más de 650 vehículos blindados y 65 grandes sistemas de artillería destruidos. Estos datos, recopilados por analistas de código abierto como Jakub Janovsky, destacan la insostenible velocidad con la que Rusia está consumiendo su equipo. Este problema se agrava con el estado de las capacidades de producción de Rusia. Las reservas heredadas de la era soviética se están agotando, y las tasas actuales de producción de tanques y vehículos blindados son insuficientes para reemplazar las pérdidas. Incluso dando prioridad a las áreas del frente, es probable que esto tenga consecuencias a largo plazo en la capacidad de Rusia para mantener sus operaciones.

A pesar de estos sacrificios, las ganancias territoriales han sido mínimas. Entre septiembre y octubre, las fuerzas rusas capturaron aproximadamente 1.500 kilómetros cuadrados, menos de un tercio del tamaño del pequeño estado estadounidense de Delaware. La mayoría de estos avances ocurrieron en campos abiertos y pequeños asentamientos, con batallas significativas libradas cerca de Kupyansk, Vuhledar, Selydove y Kurakhove. Aunque las fuerzas rusas capturaron recientemente Vuhledar y Selydove después de más de dos años de intensos combates, estos logros no representan avances operativos significativos y se han conseguido a un alto costo.
Al mismo tiempo, la capacidad de Rusia para sostener estas operaciones está cada vez más limitada. Las tasas diarias de bajas de más de 1.200 soldados y el agotamiento asociado del equipo ejercen una enorme presión sobre los recursos militares e industriales. El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, destacó recientemente que tales tasas de pérdidas son insostenibles, incluso a corto plazo.
Las carencias de personal agravan estos desafíos. Informes indican que el ejército ruso está teniendo dificultades para reclutar suficientes soldados que reemplacen a los perdidos en las líneas del frente. El presidente Vladimir Putin ha reconocido la escasez de mano de obra y la dependencia del país de los trabajadores migrantes para llenar vacantes en diversas industrias. Esta escasez de mano de obra se extiende al reclutamiento militar, donde se están utilizando medidas coercitivas cada vez más frecuentes para obligar a los migrantes a servir.

Las ofensivas cerca de Pokrovsk y Kurakhove ofrecen una instantánea de las dinámicas más amplias en juego en la guerra. A pesar del despliegue de recursos sustanciales, Rusia ha tenido dificultades para lograr avances significativos. Los avances rusos se han producido a un ritmo dolorosamente lento, logrados a expensas de enormes bajas y pérdidas de equipo. Estos asaltos también se han caracterizado por una pobre coordinación y una dependencia de tácticas obsoletas, lo que limita aún más su eficacia. El Instituto para el Estudio de la Guerra predice que la ofensiva iniciada por Rusia este verano alcanzará pronto su punto culminante, ya que sus reservas están casi agotadas.
El inmenso costo de las ofensivas de Pokrovsk y Kurakhove plantea preguntas críticas sobre el futuro militar y político de Rusia. Pérdidas de esta magnitud son insostenibles, particularmente dado el rechazo del Kremlin a iniciar una movilización masiva. Aunque una convocatoria involuntaria de reservas podría reponer temporalmente el personal, no resolvería los problemas más profundos de reclutamiento y capacidad industrial. Este movimiento también podría erosionar el apoyo interno a la guerra, incluso entre la base nacionalista tradicionalmente leal a Putin.
Para Ucrania, estos desarrollos ofrecen tanto desafíos como oportunidades. La capacidad de resistir los incesantes asaltos rusos demuestra la eficacia de la estrategia defensiva de Ucrania y la importancia del apoyo internacional, cuya continuidad será crucial para sostener los esfuerzos defensivos de Ucrania y permitir contraofensivas potenciales.

En general, las ofensivas de Pokrovsk y Kurakhove destacan la insostenibilidad inherente de la estrategia militar actual de Rusia. La combinación asombrosa de tasas de bajas altísimas, devastadoras pérdidas de equipo y ganancias territoriales insignificantes ofrece un panorama sombrío para las ambiciones de Moscú en Ucrania. A medida que el conflicto se prolonga, muchos analistas argumentan que la cuestión central ya no es si Rusia puede alcanzar sus objetivos, sino cuánto tiempo puede soportar su actual ritmo de desgaste.
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