En esta actualización estratégica, analizamos los ataques ucranianos a grandes depósitos de municiones rusos a lo largo de 2024 y los efectos inmediatos que estos ataques tuvieron en la disponibilidad de artillería en el frente. Estas acciones cruciales forman parte de una estrategia sostenida que tiene el potencial de convertirse en uno de los factores más importantes estratégicamente en la estrategia global de la guerra.

Como recordarán, la primera parte del año se caracterizó por ataques a depósitos de municiones principalmente en territorio ucraniano bajo control ruso, con los ataques más significativos ocurriendo en las regiones de Jersón, Donetsk y Zaporiyia en enero, marzo y mayo, respectivamente.

Esta situación cambió drásticamente después del verano, cuando Ucrania comenzó a desplegar su nueva artillería de largo alcance de fabricación nacional y obtuvo permiso limitado para usar armamento occidental en suelo ruso. Desde finales de septiembre, se han realizado ataques significativos a grandes depósitos de municiones en suelo ruso, dentro del alcance de las armas disponibles de Ucrania.
Las fuerzas ucranianas atacaron específicamente los depósitos de municiones en Oktyabrskii y Toropets en el Óblast de Tver, así como el depósito de Tikhoretsk en el Krai de Krasnodar, en septiembre de 2024. Además, el 8 de octubre atacaron una instalación de almacenamiento de misiles y municiones en Karachev, en el Óblast de Briansk. El ataque al depósito de Toropets fue particularmente significativo, con una destrucción estimada de 30,000 toneladas de municiones, equivalente a aproximadamente tres meses de producción de artillería rusa. Las imágenes de esta acción se difundieron mundialmente, y la explosión se considera la detonación no nuclear más poderosa de la historia. En conjunto, estos ataques han destruido al menos 75,000 toneladas de municiones rusas, lo que representa casi una cuarta parte de toda la producción rusa y las entregas de Corea del Norte de este año.

Estos ataques sostenidos durante la segunda mitad de 2024 ya han tenido un impacto directo en la disponibilidad de municiones de artillería rusas en el campo de batalla, con numerosos soldados rusos reportando sobre la situación. Según declaraciones de un destacado analista militar ruso, a finales de septiembre se impusieron restricciones en el uso diario de proyectiles a lo largo de todo el frente, como resultado de los ataques a Toropets y Tikhoretsk. Además, señaló que estas restricciones tuvieron un impacto directo en el frente, ya que los límites impuestos dificultaron llevar a cabo operaciones de asalto de manera adecuada.
En este contexto, el Primer Viceministro de Defensa de Ucrania, el Teniente General Ivan Havrylyuk, recientemente proporcionó datos más detallados sobre los efectos de las operaciones ucranianas. Reveló que la proporción de disparos de artillería rusos frente a ucranianos es ahora de aproximadamente dos a uno a favor de las fuerzas rusas, una reducción significativa desde ocho a uno a principios de 2024 y tres a uno al inicio del verano de 2024.

Estos ataques ucranianos han tenido un impacto estratégico notable en los esfuerzos ofensivos rusos por las siguientes razones. En primer lugar, la destrucción de estos grandes centros de almacenamiento resulta en una reducción inmediata de la disponibilidad de proyectiles de artillería que pueden ser suministrados a las líneas del frente a corto plazo, obligando a las instalaciones de almacenamiento más pequeñas, cercanas a las zonas de combate, a racionar sus suministros hasta que se restauren las líneas de reabastecimiento.

En segundo lugar, estos ataques obligan al mando ruso a reubicar las municiones de los depósitos restantes, ahora dentro del alcance de los ataques ucranianos, a ubicaciones más distantes y dispersas, lo que crea retrasos y desafíos logísticos para suministrar a las unidades del frente.

En tercer lugar, obliga a dividir la nueva producción de municiones de artillería entre su uso inmediato en el campo de batalla y el reabastecimiento de las reservas estratégicas agotadas que deben mantenerse de acuerdo con la doctrina militar rusa.
Finalmente, Rusia se enfrenta cada vez más a la necesidad de recurrir a municiones de artillería de países terceros como Corea del Norte o a existencias mal mantenidas de la era soviética. Ambos casos requieren un proceso lento de reacondicionamiento, lo que resulta en mayores tasas de imprecisión y fallos de disparo.

Este cambio significativo en las tendencias está influyendo directamente en los cambios en las tácticas de batalla rusas. La reducida disponibilidad de artillería ha dificultado cada vez más que las ofensivas rusas estén precedidas por bombardeos masivos preparatorios, lo que permite a las fuerzas ucranianas preservar una proporción mucho mayor de su fuerza defensiva. En los últimos meses, las tácticas rusas han cambiado hacia tácticas de pequeños grupos de infantería con poco o ningún apoyo de fuego debido a la escasez de municiones de artillería. Esto ha llevado inevitablemente a cifras de bajas récord en las últimas semanas, con noviembre estimado como el mes con más bajas desde que comenzó la guerra: más de 45,000, según varios analistas militares. Estas cifras se consideran insostenibles y se espera que conduzcan a la culminación de los esfuerzos ofensivos rusos en varios puntos del frente a corto plazo.

En general, la efectiva estrategia de Ucrania de atacar de manera continua los depósitos de municiones rusos, que se ha acelerado desde septiembre, ha provocado una reducción dramática de la ventaja de Rusia en cuanto a municiones de artillería. Estos desafíos han obligado a las fuerzas rusas a adaptar sus tácticas ofensivas, dependiendo de tácticas de pequeños grupos de infantería con poco o ningún apoyo de artillería. Esta estrategia ha llevado a cifras récord de bajas, que solo pueden mantenerse a corto plazo y socavan decisivamente las capacidades estratégicas a largo plazo de Rusia.
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