Hoy hay actualizaciones importantes desde la dirección de Kursk.
En esta región, la batalla en curso ha evidenciado los desesperados intentos de las fuerzas rusas por detener la ofensiva ucraniana a toda costa, recurriendo una vez más a sus aliados norcoreanos para obtener apoyo. Sin embargo, esto dejó a los ucranianos impasibles, ya que avanzaron sin dificultad a través de otra ola humana norcoreana, incluso después de que se les acabara la munición.
El principal objetivo ruso es evitar que las fuerzas ucranianas penetren más profundamente en áreas estratégicas, en particular en el asentamiento más grande de Bolshoye Soldatskoye. Si los ucranianos logran controlar esta localidad, consolidarían su dominio sobre el saliente, complicando la logística rusa y haciendo que las contraofensivas sean aún más costosas y menos efectivas. Esto se debe a que las numerosas casas en Bolshoye Soldatskoye y los asentamientos circundantes ofrecen excelente ocultamiento tanto para los soldados ucranianos como para sus operaciones logísticas, permitiéndoles dispersar sus fuerzas. Los riesgos son elevados, ya que una consolidación ucraniana en esta área dificultaría considerablemente que las fuerzas rusas corten secciones del saliente o rodeen su parte norte sin sufrir pérdidas devastadoras.
Para lograr este objetivo, los comandantes rusos redistribuyeron con urgencia fuerzas norcoreanas desde posiciones cerca de Novoivanovka y Kruglenkoe hacia el lado oriental del saliente. Estas fuerzas fueron lanzadas a una contraofensiva en un intento de frenar el avance ucraniano. Este despliegue apresurado resalta la creciente desesperación de las tropas rusas, que públicamente afirman que todo está bajo control, pero continúan dependiendo de unidades extranjeras inexpertas para reforzar sus filas gravemente diezmadas.
El uso de infantería norcoreana en ataques masivos proporciona una ventaja temporal a las fuerzas rusas. Aunque anticuadas, estas "olas humanas" pueden ralentizar el avance ucraniano, ya que despejar a estas vastas cantidades de combatientes requiere más tiempo y esfuerzo. Este retraso podría permitir a las fuerzas rusas desplegar refuerzos, utilizando Bolshoye Soldatskoye como un centro logístico. Sin embargo, las desventajas de este enfoque son evidentes. Las unidades norcoreanas, ya debilitadas y con poca fuerza debido a enfrentamientos previos, también carecen de apoyo de artillería y vehículos mecanizados esenciales para un combate sostenido, debido a su deficiente integración en las fuerzas rusas. Como resultado, se vieron obligadas a depender de asaltos de infantería contra unidades mecanizadas ucranianas bien preparadas, lo que resultó ser una estrategia condenada al fracaso.
Las fuerzas ucranianas capitalizaron las debilidades de las unidades norcoreanas. Equipadas con avanzados sistemas de vigilancia con drones y guerra electrónica, las unidades ucranianas desmantelaron meticulosamente las posiciones enemigas e interceptaron contraataques con precisión quirúrgica. Las unidades norcoreanas, ya desmoralizadas y mal equipadas, se encontraron completamente superadas. Incluso en casos donde las unidades ucranianas agotaron su munición, encontraron soluciones brutales. Un ejemplo destacado proviene de un video geolocalizado que muestra cómo un vehículo blindado Stryker de la 80ª Brigada de Asalto Aéreo ucraniana arrolla físicamente a soldados enemigos tras quedarse sin munición. Esta audaz maniobra subrayó la disparidad en la efectividad de combate entre ambos bandos, ya que, incluso contra unidades rusas, los ucranianos serían inmediatamente atacados por drones FPV o armas antitanque.
La ofensiva ucraniana en Kursk persigue tanto objetivos militares como políticos. Militarmente, el objetivo es interrumpir las operaciones rusas alrededor del saliente de Kursk y obligar a Rusia a desviar tropas de otros frentes críticos, como Pokrovsk y Kurakhove. Políticamente, la ofensiva busca exponer la debilidad de las autoridades rusas y generar descontento doméstico. Cada ganancia ucraniana en Kursk es un golpe simbólico para el liderazgo ruso, debilitando la imagen del presidente Vladimir Putin en el país y en el extranjero. Los expertos militares estiman que los objetivos de esta operación se dividen en un 30 % de impacto militar y un 70 % de impacto político, reflejando el enfoque estratégico de Ucrania en la guerra.
En general, la repetida aniquilación de unidades norcoreanas en Kursk ejemplifica la capacidad de Ucrania para explotar las vulnerabilidades rusas, como la falta de apoyo con artillería y vehículos mecanizados, mientras mantiene el impulso en su renovada ofensiva. La batalla subraya la creciente dependencia de Rusia en unidades mal apoyadas y la insostenible naturaleza de sus estrategias defensivas. Este fracaso dejó a los norcoreanos aislados y vulnerables, reduciendo su papel a poco más que carne de cañón. Al avanzar sobre Bolshoye Soldatskoye, los ucranianos amenazan con remodelar el panorama táctico y enviar un poderoso mensaje político: las fuerzas rusas están tambaleándose, y su control no es tan fuerte como lo proyecta el Kremlin.
Comentarios