Hoy hay muchas noticias provenientes de la Federación Rusa.
Aquí, Ucrania intensificó su serie de ataques profundos en territorio ruso, continuando una calculada campaña para desmantelar las capacidades logísticas y operativas de Moscú. Estos ataques de precisión han causado daños devastadores en infraestructuras críticas, con el objetivo de debilitar la capacidad de Rusia para mantener su esfuerzo bélico.
El objetivo del primer ataque fue la base aérea de Engels, en la región de Sarátov. Según los últimos informes, el incendio ya ha destruido tres enormes depósitos de combustible y ha dañado seis más, que contenían más de un millón de metros cúbicos de combustible. Engels es un centro vital para la aviación estratégica rusa y ha sido atacado dos veces por las fuerzas ucranianas, siendo este último ataque el que desató un incendio que lleva casi una semana ardiendo. Esta base sirve como punto de lanzamiento para bombarderos de largo alcance involucrados en ataques con misiles contra Ucrania, lo que la convierte en un objetivo prioritario para las fuerzas armadas ucranianas.
La destrucción de los depósitos de combustible en Engels, que sustentan a estos bombarderos, ha generado importantes desafíos logísticos, interrumpiendo gravemente las operaciones aéreas rusas. Los servicios de emergencia rusos han luchado por contener las llamas durante más de cinco días, lo que subraya la magnitud de la destrucción. Esta operación ejemplifica la capacidad de Ucrania para alcanzar objetivos profundos en territorio ruso y atacar activos críticos para la maquinaria de guerra de Moscú.
Para lograr este objetivo y garantizar el máximo nivel de destrucción, los ucranianos emplearon una estrategia en tres fases. Primero, se lanza un ataque general con drones para activar y localizar posiciones de defensa aérea y establecer patrones precisos de vuelo. En segundo lugar, ataques selectivos neutralizan estas defensas. Finalmente, se realiza el golpe principal contra objetivos de alto valor bajo cielos despejados.
Los segundos y terceros ataques en la campaña ucraniana ejemplifican esta estrategia con ataques a los aeródromos de Taganrog y Millerovo en la región de Rostov. Los drones ucranianos saturaron las defensas aéreas rusas, obligándolas a activarse y revelar sus posiciones. Esta fase preliminar fue seguida por ataques dirigidos que destruyeron sistemas críticos de defensa aérea, como los Pantsir-S1, S-300 y Buk-M1. Al deshabilitar estas defensas, Ucrania aseguró el acceso sin restricciones para ataques posteriores a objetivos vitales.
El mismo método se utilizó en el siguiente ataque en Rostov, donde los drones saturaron las defensas aéreas rusas, seguido de un impacto directo de un misil Neptune que asestó un golpe devastador contra un almacén de drones de reconocimiento utilizados para corregir ataques enemigos contra ciudades ucranianas y líneas del frente. Los residentes informaron sobre fuertes explosiones que se escucharon durante toda la noche, y el Servicio de Seguridad de Ucrania comentó al día siguiente que su trabajo en la retaguardia enemiga continuará.
Uno de los objetivos más importantes fue el puesto de mando del 8.º Ejército de Armas Combinadas de la Guardia de Rusia en Khartsyzk, en la región de Donetsk, destruido por un ataque de precisión. Esta instalación era clave para coordinar las operaciones rusas en la dirección de Kurakhove.
En el siguiente ataque en el Krai de Krasnodar, drones ucranianos alcanzaron la base de la 238.ª brigada de artillería y un aeródromo cercano, aumentando los desafíos que enfrentan las fuerzas terrestres rusas.
Las fuerzas ucranianas también atacaron la base naval en Novorossiysk en una audaz operación con drones, que alberga elementos de la Flota del Mar Negro. Aunque los detalles de los daños siguen siendo poco claros, el ataque demuestra la intención de Ucrania de continuar debilitando la dominancia naval rusa en el Mar Negro.
Finalmente, se infligió un golpe significativo en Tartaristán, donde un ataque con drones provocó un gran incendio en la refinería de petróleo Taneco. Esta instalación es un componente crucial de la infraestructura energética de Rusia, y los daños agravan aún más la capacidad de Moscú para mantener su economía de guerra.
En general, estos ataques persiguen objetivos claros estratégicos y operativos. Al apuntar a centros logísticos, aeródromos, puestos de mando e infraestructura clave, Ucrania busca degradar la capacidad de Rusia para librar la guerra de manera efectiva. La destrucción de defensas aéreas y almacenes de drones reduce la capacidad de Moscú para realizar ataques de precisión, mientras que los ataques a depósitos de combustible y refinerías de petróleo dificultan la sostenibilidad de las operaciones. Al golpear activos críticos en lo profundo del territorio ruso, Ucrania obliga a Moscú a desviar recursos hacia la defensa y a reevaluar su estrategia operativa.
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