Hoy, la Federación Rusa ha sido escenario de múltiples acontecimientos significativos.
Mientras los drones ucranianos penetraban profundamente en territorio ruso, explosiones iluminaron el cielo sobre Moscú y varias ciudades clave. Aunque los ataques contra refinerías de petróleo e instalaciones militares fueron importantes, uno de ellos destacó sobre el resto: el impacto en el oleoducto Druzhba, que generó repercusiones internacionales más allá de las fronteras rusas, ya que las exportaciones de crudo se redujeron de inmediato.

Como se mencionó en un informe previo, las fuerzas ucranianas destruyeron un número considerable de defensas aéreas rusas en Crimea, a lo largo del frente y en la retaguardia, además de amenazar con atacar nuevamente el puente del estrecho de Kerch. Esto obligó a Rusia a redistribuir sus sistemas de defensa aérea para cubrir las nuevas vulnerabilidades expuestas. Sin embargo, esta reubicación masiva jugó a favor de la estrategia ucraniana, dejando varios objetivos clave sin una protección adecuada.

Gracias a ello, Ucrania pudo lanzar cientos de drones que atravesaron la red de defensa aérea rusa, debilitada tanto por la destrucción de numerosos sistemas como por su redistribución forzada.

Como resultado, los drones ucranianos lograron alcanzar Moscú, con el primer impacto confirmado en el depósito de petróleo Oka-Center en Sérpukhov, causando daños significativos a plena luz del día.

Lo que siguió fue la noche más agitada para Rusia hasta el momento. Según informes rusos, más de 337 drones ucranianos atacaron Moscú, Kursk, Bélgorod, Oriol, Lípetsk, Briansk y Riazán en el mayor ataque con drones hasta la fecha. Entre los objetivos alcanzados figuraron refinerías en la región de Moscú, incluida la más grande de la ciudad, que suministra hasta el 50 % del diésel y la gasolina consumidos en la capital rusa.


Las explosiones cerca de la base aérea militar de Riazán pusieron en máxima alerta a todos los aeropuertos rusos, además de debilitar la capacidad de respuesta rápida de la fuerza aérea rusa.

Adicionalmente, una estación de control del oleoducto Druzhba en Oriol fue alcanzada, deteniendo las exportaciones de petróleo ruso a Europa Central, en particular a Hungría.
El oleoducto Druzhba, uno de los más grandes del mundo, con una capacidad de dos millones de barriles diarios, es una arteria clave para las exportaciones energéticas rusas hacia las refinerías de Europa Central.

Hungría depende en gran medida de este oleoducto para la importación de petróleo y gas, con más del 40 % de su suministro de gas proveniente de Rusia. Por ello, el impacto en la estación de control fue especialmente grave para el país. En respuesta, el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, calificó la interrupción del suministro como un ataque a la soberanía de Hungría.
La paralización del oleoducto Druzhba obligaría a Hungría a importar petróleo y gas a precios significativamente más altos desde países aliados como Estados Unidos y Noruega. La cancelación de las exportaciones rusas de energía a Hungría también podría debilitar el control de Moscú sobre el sector energético húngaro, ya que el país tendría que aumentar su dependencia de Europa para cubrir sus necesidades energéticas.

Además del gas, la segunda fuente de energía más importante para Hungría es la energía nuclear, generada en su única central nuclear, ubicada en Paks. Esta planta depende completamente del suministro de combustible nuclear y barras de uranio rusas, así como de ingenieros y expertos de Rusia, lo que refuerza el monopolio energético ruso en Hungría.


A través de esta dependencia, Moscú mantiene un control estricto sobre Hungría, ya que solo especialistas y empresas rusas pueden actualmente mantener los reactores y suministrar equipos y combustible esenciales para su funcionamiento. La energía nuclear representa más de un tercio de la electricidad del país, lo que mantiene a Hungría atada a Rusia para sostener su infraestructura energética.

El ministro de Asuntos Exteriores húngaro afirmó haber discutido la situación con el viceministro de Energía ruso, quien le aseguró que las reparaciones de la estación de control del oleoducto estaban en marcha y que el suministro se reanudaría pronto.

Si Rusia no acepta el alto el fuego, al menos en el espacio aéreo, Ucrania podría aumentar la presión sobre su control energético en Hungría, lanzando nuevos ataques contra infraestructuras clave de exportación para retrasar aún más las reparaciones.

En términos generales, los ataques con drones ucranianos contra refinerías de petróleo e infraestructuras energéticas rusas están intensificándose. El último ataque alcanzó la principal refinería de Moscú, que suministra la mitad de las necesidades energéticas de la ciudad.

Además, los daños en la estación de control del oleoducto Druzhba han paralizado temporalmente las exportaciones rusas de energía a Hungría. De continuar estos ataques, el impacto en la economía rusa podría ser severo, debilitando su influencia geopolítica y aumentando la presión para negociar un alto el fuego, al menos en el espacio aéreo sobre Rusia y Ucrania.

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