Cómo Rusia mordió más de lo que podía masticar y perdió Siria
La intervención de Rusia en Siria marcó un capítulo clave en su ambición de reafirmarse como una potencia global y contrarrestar la influencia de Estados Unidos en Medio Oriente. Con el objetivo de asegurar el régimen de Bashar al-Assad y establecer una presencia estratégica en la región, Moscú desplegó importantes recursos militares y adoptó un enfoque agresivo para influir en el conflicto. Aunque inicialmente logró estabilizar el régimen de Assad y proyectar su poder, la intervención rusa también expuso vulnerabilidades significativas. El conflicto prolongado, agravado por las ineficiencias dentro de Siria y la presión añadida por la guerra en Ucrania, terminó socavando la capacidad de Rusia para alcanzar sus objetivos a largo plazo. Este informe analiza las motivaciones, estrategias y desafíos que definieron la intervención rusa en Siria, resaltando las limitaciones de sus ambiciones y las implicaciones más amplias para sus aspiraciones regionales y globales.
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