Hoy, discutiremos cómo, a medida que la guerra en Ucrania entra en su cuarto año, Rusia enfrenta una creciente crisis en el reclutamiento de nuevos soldados. A pesar de ofrecer bonificaciones de contratación récord, los esfuerzos de reclutamiento no logran mantenerse al ritmo de las impresionantes pérdidas sufridas en combate.
Por ejemplo, en octubre del año pasado y en los meses siguientes, se estima que Rusia sufrió hasta 57,500 bajas por mes, mientras que solo logró reclutar entre 20,000 y 25,000 nuevos soldados mensualmente.

Esta enorme brecha entre los refuerzos entrantes y las pérdidas en el campo de batalla está creando serios problemas para los comandantes rusos, quienes buscan soluciones desesperadamente.

Más allá del problema cuantitativo, la calidad también es un tema importante, ya que la mayoría de los soldados altamente capacitados de Rusia se han perdido a lo largo de la guerra.

Lo que queda del ejército está compuesto en gran medida por reclutas mal entrenados, mal equipados y mal preparados, que tienen pocas posibilidades de sobrevivir en las brutales condiciones de combate en Ucrania.

El Instituto para el Estudio de la Guerra informa que el ejército ruso está desperdiciando a sus mejores especialistas en operaciones de asalto, en lugar de preservarlos para roles de entrenamiento o operaciones estratégicas.

Además, a los nuevos soldados no se les da una instrucción adecuada en habilidades básicas de infantería, como prestar primeros auxilios, trabajos de ingeniería y zapadores, coordinación de unidades, reconocimiento aéreo y de drones, y coordinación de apoyo de fuego. Este fracaso en el entrenamiento ha llevado a un rendimiento catastrófico en el campo de batalla, con muchos reclutas muriendo dentro de los días o semanas posteriores al despliegue, lo que profundiza efectivamente la crisis al requerir más reposiciones.

Al mismo tiempo, quizás el desarrollo más llamativo en los esfuerzos de reclutamiento de Rusia es la fuerte dependencia de hombres mayores para cubrir los roles de combate. Los informes recientes destacan que el 75% de los nuevos reclutas rusos tienen más de 50 años. Si bien esto ayuda a llenar los números sobre el papel, en la realidad crea serios problemas, ya que los soldados mayores no siempre están en condiciones físicas adecuadas para los arduos requisitos del combate en el frente, con problemas médicos subyacentes, reflejos más lentos y menor resistencia, lo que los hace más vulnerables en el campo de batalla. Requieren más apoyo médico y tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud no relacionados con el combate.



La magnitud de esto se resalta aún más por el hecho de que incluso las unidades aerotransportadas de élite de Rusia, consideradas alguna vez de las mejores del mundo, ahora están compuestas por personal mayor y físicamente no apto. Este cambio ha debilitado significativamente la capacidad de Rusia para realizar operaciones especializadas, lo que agrava aún más su efectividad en el campo de batalla y aumenta la tasa de bajas.


Con los números de reclutamiento muy por debajo de lo necesario, Rusia recurre una vez más a los prisioneros para reforzar sus filas. En 2025, el plan es reclutar a 126,000 prisioneros, mientras que se estima que al menos 280,000 soldados son necesarios para mantener la fuerza de combate del ejército. Sin embargo, existen serias dudas sobre la efectividad de esta campaña de reclutamiento. Rusia ya ha agotado grandes cantidades de prisioneros en olas anteriores de reclutamiento, y muchos de los detenidos restantes son escépticos acerca de sus posibilidades de supervivencia. La realidad de la guerra, donde los soldados convictos se utilizan como tropas desechables en asaltos humanos de alta baja, ha reducido significativamente el entusiasmo por alistarse, incluso entre los prisioneros con largas condenas que previamente estaban dispuestos a asumir el riesgo y enlistarse en el ejército ruso.

Todos estos factores muestran que la crisis de reclutamiento de Rusia no es solo un problema de mano de obra, sino un signo de un deterioro estructural más profundo dentro de su ejército. La calidad de los soldados está deteriorándose, el entrenamiento es insuficiente y las bajas continúan aumentando mucho más allá de los niveles de reemplazo, lo que lleva a los líderes militares rusos a luchar para mantener las operaciones de combate.


La situación se ha vuelto tan grave que están recurriendo a medidas cada vez más desesperadas, como reclutar a hombres mayores y prisioneros, y nuevamente están explorando la posibilidad de traer más soldados norcoreanos.

En general, con la incertidumbre sobre las negociaciones de paz y la guerra sin señales de terminar pronto, 2025 será aún más difícil para los esfuerzos de reclutamiento rusos, obligando a medidas más extremas y desesperadas para mantener en marcha la maquinaria de guerra. Pero, a medida que la brecha entre las bajas en combate y el reclutamiento se amplía, está claro que la capacidad de Rusia para mantener sus operaciones ofensivas se está volviendo cada vez más insostenible.

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