En la dirección de Kursk, las fuerzas rusas, debilitadas por una serie de derrotas, han cambiado de tácticas en su intento de capturar Malaya Loknya. Los nuevos ataques se centran en avanzar a lo largo de una cadena de colinas para asegurar el control de fuego sobre los asentamientos cercanos, pero las defensas ucranianas, incluidas minas antitanque y artillería, han causado grandes pérdidas. Mientras tanto, han surgido pruebas de la integración de norcoreanos en formaciones rusas, con informes que sugieren su preparación para el combate en primera línea. Este cambio pone de manifiesto la dependencia de Rusia de aliados mal entrenados y una estrategia de alto costo, exponiendo aún más sus menguantes reservas y los desafíos operativos en la región.