La dura realidad: el 75 % de los nuevos reclutas rusos tiene más de 50 años.
A medida que la guerra de Rusia en Ucrania entra en su cuarto año, la presión sobre sus fuerzas armadas se hace cada vez más evidente. A pesar de agresivas campañas de reclutamiento y primas de firma récord, el Kremlin tiene dificultades para reponer sus filas, ya que las pérdidas en el campo de batalla superan con creces las nuevas incorporaciones. La situación se agrava por el descenso en la calidad de las tropas, con soldados inexpertos y mal entrenados enviados al frente con mínima preparación. Para sostener su esfuerzo bélico, Rusia ha recurrido a medidas cada vez más desesperadas y poco convencionales, incluyendo el reclutamiento de hombres mayores, prisioneros e incluso la búsqueda de refuerzos extranjeros. Sin embargo, a medida que aumentan las bajas y decae la moral, surgen serias dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo de las operaciones militares rusas.
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